El cuarto viaje de San Pablo
No hay evidencia explícita de un cuarto viaje en la Biblia del apóstol Pablo, como si hubiera ocurrido después de la clausura del Libro de los Hechos. Sobre este periodo de la vida de san Pablo, no tenemos ninguna información en las cartas del apóstol, pero afortunadamente disponemos en los capítulos 21-28 de los Hechos un relato muy vivo.
Desde el punto de vista cronológico, el dato esencial nos lo ofrece la sucesión de los procuradores Félix y Festo, ante los que compareció Pablo en Cesarea. Y aunque, los historiadores no se ponen de acuerdo en la fecha, se considera como muy probable la del año 60 para la llegada de Festo, lo cual permite fechar el arresto de Pablo en Pentecostés del año 58, en el templo de Jerusalén.
Cuando Pablo llegó a Palestina, se encontró con un país en ebullición. La administración del procurador Félix era cada vez soportada más a disgusto, y muy especialmente por los zelotes.
En estas circunstancias, la situación de la comunidad judeo-cristiana era sumamente delicada y para evitar alborotos a la llegada de Pablo a Jerusalén, Santiago y los ancianos le aconsejaron prudencia (Hech 21, 21ss). Invitado por Santiago, Pablo acepta participar en una ceremonia de purificación en el templo (Hech 21, 26s). Pablo sabe adaptarse. ¿No había declarado él mismo que se hacía judío con los judíos, y que se consideraba libre de la ley con los que no tenían la ley (1 Cor 9, 20)? Pero al cabo de unos días, unos judíos venidos de Asía al verle, le acusaron de ir contra la Ley y de haber introducido en el patio del templo a un griego del Asia Menor, Pablo estuvo a punto de ser linchado por la gente, pero gracias a la rápida intervención de una escuadra de soldados pudo escapar del furor popular (Hech 21, 27-36).
Los acontecimientos de los viajes de San Pablo se suceden a gran velocidad
1) Defensa de Pablo ante los judíos (22, 1-21).
2) Pablo evita la flagelación revelando su cualidad de ciudadano romano (22, 22-29).
3) Pablo comparece ante el sanedrín (22,30-23,10) como Jesucristo y suscita hábilmente un conflicto entre los partidarios a favor y en contra de la resurrección de los muertos.
4) La conjura de los judíos contra Pablo (23, 11-22).
5) Pablo es trasladado con una buena escolta a Cesarea, donde residía habitualmente el gobernador (23, 23-35).
6) Acusación de los judíos contra Pablo en presencia de Félix (24,1-9).
7) Defensa de Pablo (24,10-21).
8) Una detención que se eterniza (24, 22-27). A pesar de la larga duración de su cautiverio, Pablo no se sentía solo: Félix, al no haber encontrado nada grave en las acusaciones judías, había concedido a Pablo la posibilidad de recibir a sus amigos, aguardando una ocasión propicia para liberarlo.
A su llegada el nuevo procurador Festo, mostró un talante más conciliador con los judíos que le acusaban y, para congraciarse con el sanedrín, volvió a estudiar el proceso de Pablo. Festo le propuso que compareciera ante el tribunal judío, pero Pablo replicó: Estoy ante el tribunal del emperador, que es donde se me tiene que juzgar (Hecho 25, 10). Festo no puede eludir la cuestión, ya que la lex julio de vi publica prohibía a los gobernadores oponerse a la provocatio ad imperiam de un acusado. Pero mientras se elaboraba el expediente (litterae dimisoriae), Festo aprovecha la estancia del rey Agripa II y de su esposa Berenice en la ciudad para pedirle a Pablo que se explique (Hech 25, 13-27) pues: no es costumbre romana ceder a un individuo sin más ni más; primero el acusado tiene que carearse con sus acusadores, para tener ocasión de defenderse de lo que se le inculpa (Hech 26, 19). En su apología, Pablo refiere de nuevo su conversión y expresa el sentido de su vida y misión: El Señor me dijo: … Te envío a los paganos para que les abras los ojos y se vuelvan de las tinieblas a la luz y del dominio de Satanás a Dios; para que creyendo en mí obtengan el perdón de los pecados y parte en la herencia de los consagrados (Hech 26, 18). Aunque la inocencia de Pablo queda clara, ha apelado al emperador. Y aunque no se trata de una apelación propiamente dicha pues no hay sentencia, pero como ciudadano romano, Pablo exige que le juzgue un tribunal competente: el del emperador así que tiene que ir a Roma (Hech 26, 30-32).
El viaje de Cesarea a Roma fue muy accidentado. El barco naufragó y los 276 náufragos fueron bien acogidos en Malta. Allí fue muy bien acogido y estuvo durante 2 años. De Malta a Roma el viaje de San Pablo fue más fácil. Algunos hermanos esperaban a Pablo en el puerto de Pottuoli, en la bahía de Nápoles.
Pablo en Roma pudo predicar con toda libertad y sin estorbos (Hech 28, 31). Se adivina que es inminente la liberación del prisionero. ¿Qué es lo que realmente pasó? Puesto que los judíos de Jerusalén eran los acusadores, tenían que perseguir ellos mismos a su adversario ante el tribunal imperial. Parece ser que no lo hicieron (Hech 28, 21). El plazo de dos años que indica Hech 28,30 da a entender esto, parece que el asunto quedó zanjado.
¿Qué ocurrió en los últimos años de la vida de Pablo?
Los últimos años de la vida de Pablo están rodeados de bruma y aunque está bien establecido su martirio en Roma, la fecha no es segura. Sigue discutiéndose si al salir de la prisión, se dirigió Pablo a España (Rom 15, 28).
Hay una tradición que dice que Pablo fue a España, pero no hay registro de esto en la Biblia. Mencionó a los romanos que quería llevar el evangelio a España.
Los escritos de Clemente de Roma en el 95 d.C. dicen que Pablo entró en «los límites más lejanos de Occidente», lo que podría significar que España o posiblemente el Reino Unido, y el Canon Muratoriano (180 d.C.). Creen que Pablo viajó de Roma a España.
Se cree que hubo un segundo arresto de Pablo que puso fin a su cuarto viaje misionero. Lo enviaron a la prisión de Mamertine porque tenía más fortaleza y disciplina que el arresto domiciliario en el propio alojamiento. Durante su segundo encarcelamiento romano, Pablo supo que el momento de su partida de este mundo estaba cerca.
Lucas y Onesíforo lo cuidaron, mientras que otros decidieron abandonarlo. Nerón estaba en un alboroto contra los cristianos en Roma y, si la tradición es cierta, a Pablo lo decapitaron por orden de Nerón.
La historia cristiana primitiva parece confirmar esta idea: el martirio fue el broche de oro de su misión. Así es como se relatan los 4 viajes de san pablo.