Tercer viaje de San Pablo (Hechos 18,23 – 20,38)
Durante este viaje misionero de Pablo, predicó fervientemente en Asia Menor. Viaja , seguramente por tierra, hasta Éfeso, primera etapa de este tercer viaje misionero atravesando Frigia y Galacia.
Lucas nos cuenta un episodio sobre un tal Apolo. Este pudiera ser un predicador ambulante de los muchos existentes en los primeros tiempos de cristianismo. El matrimonio de curtidores amigos de Pablo toma bajo su protección al predicador itinerante, ayudándole a completar su corta formación doctrinal. Una vez instruido Apolo se dirige a Acaya, donde servirá de gran ayuda en la defensa y mantenimiento del anuncio salvífico.
En primer lugar, nos encontramos con el episodio del bautismo en el Espíritu de unos discípulos de Juan Bautista. Este episodio bautismal se cierra con unos hechos semejantes a los de Pentecostés. Lucas ha introducido el curioso episodio del intento de exorcismo fallido en nombre de Jesús por parte de unos exorcistas judíos. Lucas intenta resaltar como el nombre de Cristo puede ser ensalzado incluso por aquellos que no lo conocen del todo. La revuelta de los orfebres se produce como consecuencia del malestar por la merma económica producida por la predicación paulina. Los nuevos creyentes de Éfeso que habían estado anteriormente involucrados con el ocultismo, quemaron sus libros de magia. Por otra parte, los que fabricaban ídolos, no estaban contentos con sus pérdidas en el negocio debido a este verdadero Dios y a Su Hijo. Un platero llamado Demetrio, comenzó una revuelta en toda la ciudad, alabando a su diosa Diana. Las pruebas siempre perseguían a Pablo. A última instancia, la persecución y oposición fortaleció a los verdaderos cristianos quienes propagaron el Evangelio.
Pablo se marcha de Éfeso para continuar misión en Macedonia. Sobre el itinerario concreto del viaje a Macedonia existen distintas versiones, lo más probable es que el viaje de Éfeso a Corinto se realizase mediante un rodeo por Illia, en dirección oeste hasta Durazzo, y desde aquí hacia el sur, pasando por Nicópolis. Se encamina hacia Grecia donde permanece tres meses, seguramente los meses de invierno en Corinto. Pablo piensa reemprender la navegación rumbo a Siria, pero los acontecimientos cambian su itinerario dirigiéndose a Tróade.
San Pablo Apostol encamina sus pasos hacia Asia Menor, haciendo escala en Tróade.
Sobresale la única indicación en todo el libro de la eucaristía dominical que aparece en todo el libro. Esta celebración consiste en una fracción nocturna del pan. En este marco se introduce la historia de Eutico, un joven que estaba sentado en un tercer piso, se quedó dormido y cayó por la ventana. Fue dado por muerto, pero Pablo lo revivió, pero este acontecimiento no queda nada claro, ya que en ningún momento se indica si Eutico estaba muerto o sólo había perdido la consciencia. Por tanto, resulta arriesgado hablar de una resurrección propiamente dicha.
Pablo decide realizar este tramo por tierra hasta Aso. Esta ciudad al sur de Tróade, dista de ésta unos 40 km, siendo el trayecto por tierra considerablemente más corto que por mar. Pablo y sus compañeros realizan un recorrido por diversos lugares de Asia Menor en dirección hacia Antioquía y Jerusalén. La estancia más importante es en Mileto y algunas comunidades cercanas del valle de Lico: Hierápolis, Sardes etc.
En Mileto, para no perder tiempo, manda llamar a los presbíteros de Éfeso para que se desplacen hasta allí. Pablo tienen la intención de darles un discurso de despedida (el tercero más largo en extensión. Pablo comienza resumiendo su actividad misional. Más tarde prosigue hablando sobre el presente, es decir, el incierto viaje a Jerusalén. Continúa hablando sobre el futuro, ya que su misión en estos lugares ha sido cumplida, le resta encomendar la comunidad al cuidado vigilante de los presbíteros, investidos por el Espíritu con la gracia necesaria para el desempeño de sus funciones.
Él sabía que pronto sería encarcelado y probablemente lo matarían. Sus palabras, muestran su devoción a Cristo: “Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia, sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos; y como nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones. Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabé mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20,18-24).
Pablo parte de Mileto, pasando por diversas islas del Egeo, haciendo escala en el puerto de Pátara donde cambia de embarcación. Este carguero le llevará a Tiro en tan sólo cinco días. Desde Tiro Pablo se dirige a Ptolemaida, y desde aquí hasta Cesarea por tierra, realizando una parada de varios días en casa del diácono Felipe. El profeta Ágabo, natural de Jerusalén baja hasta Cesarea. Éste, en parecidos términos a los ya acontecidos en Tiro, profetiza el destino que le espera en Jerusalén. Son destacables los gestos simbólicos que acompañan a la profecía de Ágabo, semejantes a los profetas del AT. Pablo, resuelto a enfrentar el destino que le reserva su misión, y sabedor que el destino que le aguarda es la voluntad de Dios, desoye las advertencias de Ágabo.
Los hermanos le ruegan a Pablo que no vaya a Jerusalén, pero Pablo está listo para ser atado y asesinado por el nombre del Señor Jesús.
Recuerda visitar nuestro post sobre el primer viaje de San pablo, así como el segundo viaje de San Pablo.