Hace varios milenios, un extenso monte plagado de olivos se levantaba majestuoso al este de Jerusalén. El monte de los Olivos (en hebreo, הַר הַזֵּיתִים [Har HaZeitim], tiene su primera mención por escrito en la Biblia. Varios pasajes de las sagradas escrituras relatan la última oración de Cristo, la detención del Mesías o sus sermones a los discípulos. Todo ello con este histórico Monte de los Olivos como telón de fondo.
Dada la sacralidad del lugar, el Monte de los Olivos de Jerusalén está poblado de iglesias que recuerdan todos estos pasajes. La Gruta de Getsemaní, donde Judas entregó a Jesús, el Sepulcro de María, la Iglesia María de la Magdalena, famosa por sus torres doradas y la Basílica de Getsemaní, la más venerada por representar el lugar donde Jesús rezó por última vez.
Jesús en el monte de los olivos
Debido a que está localizado en la ruta entre Jerusalén y Betania, el Monte de los Olivos es reconocido por los cristianos, desde la época del emperador romano Constantino, como un lugar idóneo donde situar los hechos que se narran en los evangelios.
La tradición señala que Jesús, nuestro señor, vio por primera vez la ciudad de Jerusalén desde esta montaña. El Monte de los Olivos fue escenario de muchas de las predicaciones de Jesús a sus discípulos y seguidores, y desde aquí inició el camino de su entrada triunfal a Jerusalén que se conmemora cada Domingo de Ramos. También, y según los Hechos de los Apóstoles, Jesús ascendió al cielo desde esta montaña (Hechos 1, 6-12), mientras impartía su bendición a sus apóstoles.
Jesús orando en el monte de los olivos
Después de la Última Cena, Jesús junto a sus discípulos partieron en dirección al valle del Cedrón, al Monte de los Olivos, allí había un huerto llamado Getsemaní. Entraron y caminaron hacia el noroeste.
Getsemaní era una pequeña plantación situada cerca de una prensa de aceitunas. Getsemaní significa «el lugar de la prensa».
Acompañado de los discípulos, Cristo se retira a orar al monte de los Olivos en la noche de su Pasión. Conocedor de su destino en la Cruz, Jesús reza a Dios para que se cumpla su voluntad. Estando en oración, se le aparece un ángel bajado del cielo para confortarle. Tras la oración, Cristo se acerca a los Apóstoles, a los que haya dormidos, varias veces les pide que le acompañen en esa vela nocturna y ellos caen rendidos de sueño. Poco después es detenido por los soldados romanos acompañados de Judas.
Actualmente, encontramos una parte del Monte de los Olivos, sin duda, muy llamativa, el histórico cementerio judío que cubre parte de su ladera. Con más de tres mil años y 150.000 tumbas, se trata del cementerio más antiguo del mundo. El cementerio se puede visitar y de hecho es una de las visitas más interesantes de Jerusalén. Paseando por las tumbas veréis lápidas dañadas por la erosión, otras recientes y muchas con pequeñas piedras encima, una tradición judía de rendir homenaje a los difuntos. Recibir sepultura en el cementerio del Monte de los Olivos de Jerusalén es considerado todo un privilegio para los judíos. Según la profecía, cuando llegue el Mesías resucitará a los muertos empezando por el Monte de los Olivos. Es por ello que algunas familias habitantes de Jerusalén y de otros lugares del mundo llegan a pagar cantidades exorbitantes por una tumba en este cementerio. ¡Todos quieren ser los primeros en resucitar!
Otro de los regalos de subir al Monte de los Olivos son las excelentes vistas que ofrece. Hay un mirador maravilloso que ofrece una panorámica única de la ciudad amurallada, la Ciudad de David y el Valle del Cedrón. El Monte de los Olivos se encuentra justo frente a la Puerta Dorada, por lo que las vistas de la Explanada de las Mezquitas y de la Cúpula de la Roca son sencillamente impresionantes. Es un privilegio subir al mirador del Monte de los Olivos al atardecer, para disfrutar de una puesta de sol única al compás de la llamada a la oración. ¡Un momento que será difícil de olvidar!