"Y hay en Jerusalén un estanque, llamado en hebreo Betesda..."
Uno de los milagros más famosos descritos en el Evangelio de Juan (5,2-9) cuenta cómo Jesús curó a un hombre paralítico que estaba sentado junto a un “estanque” o “piscina” que tenía “cinco pórticos” y que recibía el nombre hebreo de “Betesda”, que quiere decir “casa de la misericordia” o “casa de la gracia”.
El Estanque de Betesda se encuentra en la ciudad de Jerusalén, en el camino del valle de Beth Zeta. El único registro que indica su ubicación, lo sitúa “cerca de la puerta de las Ovejas”. Según algunas autoridades de la antigüedad, en Jerusalén el mercado principal de las ovejas se localizaba al norte del área del templo.
Juan, nos detalla la creencia popular que había surgido en relación con el estanque de Betesda y que sirve para explicar por qué había tantos enfermos reunidos a su alrededor: «Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese”. El estanque que se menciona en este capítulo resultó ser de cinco columnas (como se describe en el Evangelio) pero no estructurado en forma de pentágono. Había cuatro columnas separadas en el centro por otra, así formaban las cinco columnas tal cual eran descritas en el Evangelio.
Durante siglos, los historiadores intentaron localizar dicha piscina. Algunos de los “candidatos a estanque de Betesda” más notables incluían el Birket Israel (Estanque de Israel), ubicado cerca de la boca del valle de Cedrón, en el lado oriental de la Ciudad Vieja de Jerusalén, y la ahora denominada Fuente de la Virgen, en el valle de Cedrón, no lejos del estanque de Siloé. Sin embargo, ninguna de estas opciones encaja lo suficiente con la descripción de los “cinco pórticos” de Juan así que, durante mucho tiempo, se supuso que la piscina de Juan era más una creación ficticia que un emplazamiento histórico real.
Sin embargo, en el siglo XIX, el arqueólogo alemán Conrad Schick descubrió un estanque enorme situado a unos 30 metros al noroeste de la iglesia de Santa Ana, al inicio de la Vía Dolorosa en el barrio musulmán de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Schick es especialista en sistemas de agua en la antigua Jerusalén y no tardó en descubrir que el estanque coincidía con la descripción de los “cinco pórticos” de Juan. De hecho, se componía de dos cavidades separadas por un muro, sumando un total de cinco “muros”.
Tras un estudio arqueológico más concienzudo, empezó a desvelarse la función de las dos piletas separadas. La pileta al sur, que presenta una serie de escalones anchos, serviría de mikveh (un baño empleado para inmersiones rituales en el judaísmo), mientras que la pileta al norte, de mayor tamaño, serviría de reservorio para suplir continuamente de agua a la piscina menor.
Posteriores excavaciones arqueológicas desvelaron otros lugares que muestran que la ubicación de Betesda siguió sirviendo como espacio de curación durante generaciones. En el siglo II, los romanos construyeron un templo a Esculapio, dios romano de la curación. En el siglo V, se erigió una basílica bizantina no lejos de la piscina, seguida de una capilla más pequeña levantada en tiempos de las Cruzadas en el siglo XII.
Como podemos ver es posible que el estanque de Betesda hubiese sido hecho para facilitar las purificaciones con agua en el ceremonial religioso judío, “mikvah”, asociado al Templo de Jerusalén. Pero hay otras opciones interpretativas, que no carecen de sentido.
Esculapios era el dios de la medicina y la salud en la región de la Antigua Grecia. Las hijas místicas del dios eran, por ejemplo, la diosa Higeia y Panacea. Podemos escuchar sus raíces griegas en nuestro hablar moderno como “higiene” y “panacea”- conceptos clave asociados hoy en día con la medicina y la salud. Las serpientes fueron atributo del culto a Esculapios en la salud y la sanidad. Incluso, actualmente, uno de los principales símbolos de la medicina moderna es una vara con una serpiente enroscada en ella.
Hay muy buenos motivos para creer que esta estructura situada a una distancia peatonal por detrás de los muros de la ciudad de Jerusalén fue una parte de la realizada en honor del dios Esculapios. Hay relatos destacando los beneficios producidos, a través de todo el Imperio, funcionando como centros de salud y dispensadores de la gracia y misericordia del dios hacia los que estaban necesitados. Como pueden ver, es posible que los ciegos, cojos y paralíticos no estuviesen esperando a que el Dios de Israel les sanase, sino más bien por la gracia sanadora de Esculapios
En este caso, el estanque de Bethesda (Casa de Misericordia, en hebreo) no tiene nada que ver con el lugar judío, por el contrario, con las instalaciones asociadas al griego Esculapios. Es muy importante señalar que, en esta particular curación, Jesús no manda a lavarse en el estanque (estanque de Betesda), mientras que en otro envía al ciego a lavarse en el estanque de Siloé (Juan 9:6-7). Parece, por lo tanto, que mientras que el estanque de Betesda fue un lugar pagano (Esculapios) el estanque de Siloé estaba conectado con el Templo de Jerusalén. Desde luego, Jerusalén fue el centro religioso judío en los tiempos de Jesús, pero también fue el cuartel general de las ideas helenísticas en Judea que estaba bajo el estricto control de Roma con la Fortaleza Antonia dominando la zona noroeste de la Montaña del Templo.
En la actualidad, los visitantes pueden ver las ruinas dando un corto paseo desde la iglesia de Santa Ana, cerca de la Puerta de los Leones al comienzo de la Vía Dolorosa, aunque ya no hay agua fluyendo por el estanque.El recuerdo de este lugar pervive en el parque de Central Park en Nueva York, donde una fuente epónima en la que figura una estatua de “El Ángel de las Aguas”, diseño de la escultora estadounidense Emma Stebbins, se construyó entre 1859 y 1864 como tributo al milagro de Jesús en Betesda.
¿Os gustaría visitar el Estanque de Betesda para tener vuestra propia opinión sobre este magnífico lugar? …Os esperamos!!!!