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Conoce la historia de Magdala

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Conoce la historia de Magdala

¿Qué es Magdala?

Magdala (arameo מגדלא Magdala; hebreo מגדל Migdal, que significa «torre») Es el nombre de al menos dos lugares de la antigua Palestina, uno se menciona en el Talmud judío y otro en el Nuevo Testamento cristiano.

La Magdala, cercana a Tiberíades, Migdal Nunayah («Magdala de los peces»), fue la mayor ciudad de Galilea antes de la construcción de ésta. Se ubica en la orilla occidental del mar de Galilea a 5,5 km al norte de Tiberias y cerca de Cafarnaum, según los antiguos, Magdala centraba su comercio en la artesanía y explotación marinera. Se estima que existían al menos 80 tiendas de lana fina, astilleros y muchos puestos de venta de pescado. Su nombre griego, ‘Tarichae’, significa ‘pescado en escabeche’, lo que indica que fue también un centro importante en esta industria.

Por qué fue tan importante Magdala

Magdala fue el hogar de María Magdalena, una de las mujeres que siguieron a Jesús y se convirtieron en pilar de su vida de enseñanza y predicación. Reconstruir la historia de María de Magdala a partir de los datos que nos ofrecen los evangelios no es sencillo ya que son muy escuetos. Lc 8,2 nos informa que entre las mujeres que seguían a Jesús y le asistían con sus bienes estaba María Magdalena. De ella Jesús había expulsado siete demonios (Lc 8,2; Mc 16,9), que es lo mismo que decir “todos los demonios” Los evangelios sinópticos la mencionan como la primera de un grupo de mujeres que contemplaron de lejos la crucifixión de Jesús (Mc 15,40-41 y par.) y que se quedaron sentadas frente al sepulcro (Mt 27,61) mientras sepultaban a Jesús (Mc 15,47). Señalan que en la madrugada del día después del sábado María Magdalena y otras mujeres volvieron al sepulcro a ungir el cuerpo con los aromas que habían comprado (Mc 16,1-7 y par); entonces un ángel les comunica que Jesús ha resucitado y les encarga ir a comunicarlo a los discípulos (cf. Mc 16,1-7 y par). En los Evangelios aparecen tres mujeres cercanas a Jesús, María de Betania, su hermana Marta (ambas eran hermanas de Lázaro) y María Magdalena, aunque muchas veces se han mezclado los relatos.

Muchos peregrinos dejaron por escrito la narración de su peregrinación a Tierra Santa durante la época bizantina y en los primeros siglos de dominio islámico. Sin embargo, tan solo tres de ellos mencionan, si bien escuetamente, la ciudad de Magdala. En el año 600 un monje de Constantinopla llamado Epifanio, escribe: “Después de unas dos millas (desde Tabgha), hay una iglesia, en la que está la casa de la Magdalena, en el lugar llamado Magdala, donde el Señor la curó”. Un archidiácono alemán llamado Teodosio pasó por Galilea en el s. VI, y con estilo telegráfico anota: “De Tiberiades hasta Magdala, donde nació María, hay dos millas, y desde Magdala hasta las Siete Fuentes (Tabgha), otras dos” Dos siglos más tarde, pasaría también por allí san Willibaldo, de cuya peregrinación la monja Hogeburga de Heidenheim dejó un minucioso relato: “Desde Tiberiades, (los peregrinos) fueron rodeando el mar, pasaron junto al pueblo de la Magdalena, y llegaron a Cafarnaún”

El P. Francisco Quaresmio (1583-1650), un enamorado de Tierra Santa. Tras pasar allí varios años, nos dejó una descripción detallada en su Terrae Sanctae Elucidatio. El P. Quaresmio escribe que el castillo de María Magdalena se llamaba Magdalum, y “algunos afirman que vieron su casa”.El nombre de Magdalum indicaba “las torres y magníficas murallas de las cuales el castillo estaba dotado”—en arameo, magdala significa torre o baluarte—. El escrito del P. Quaresmio es interesante por varios motivos, pero me gustaría subrayar solo uno: la interpretación del nombre de la Magdalena. Esta mujer no solo se llamaba así por venir de Magdala, sino por tener una fe y un amor como una “magdala”, como un baluarte. Y añade: “Por eso san Jerónimo decía que María se llamaba con razón Magdalena, es decir, “la de la torre”, a causa de su singular fe y constancia en el arrojo”. “Tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes”.

También, Fray Antonio del Castillo, franciscano, vivió varios años en Tierra Santa y pudo conocerla más en profundidad. Reuniendo toda su experiencia, en 1666 publicó El Devoto Peregrino que se convertiría en la guía obligatoria de Tierra Santa para los peregrinos cristianos de lengua española. De Magdala escribe: “A unas como dos millas pequeñas (de Genesaret) están los campos, en los cuales el Señor sustentó milagrosamente a los cinco mil hombres con los cinco panes y dos peces (…) Junto de aquí está también el castillo, llamado Magdala, por ser de la Magdalena; y cerca de estos campos, como a una milla está el monte que llaman de Cristo, por haber sido muy frecuentado del Señor, y era adonde se retiraba a hacer oración”

El P. Juan Solana, sacerdote de los Legionarios de Cristo residente en Tierra Santa y director del Proyecto Magdala en Israel, buscando , en el año 2004 ,un buen emplazamiento para un centro espiritual en Tierra Santa, a orillas del Mar de Galilea, compró un modesto hotel que providencialmente se puso en venta en ese momento. Durante la excavación para rehabilitarlo encontró la ciudad de Magdala, soterrada junto al mar; el descubrimiento no pudo ser más impresionante: encontraron los restos de una sinagoga del siglo I d.C., única conocida de esa época; y dentro del templo, una piedra con inscripciones que aclaraban muchas cosas sobre la primitiva comunidad cristiana. Frescos en paredes, artefactos, alfarería, mikve (baños rituales) y monedas revelan la vida de un pueblo judío de esa época bíblica muy relacionado con la vida de Jesús, lo que lo convierte en un cruce de caminos entre la historia judía y la cristiana.

Es así como nace el centro Magdala, un proyecto, que busca fomentar la historia judeo-cristiana, la arqueología y el turismo religioso según el relato de los Evangelios.

Historia, arqueología, religión y un enclave natural digno de visitar. El espléndido paisaje que rodea Magdala, el acantilado de Arbel y el Valle de las Palomas, -el principal camino que habría tomado Jesús hasta esta región desde Nazaret- son sólo algunos de los enclaves que rodean esta ciudad y el pequeño mar de Galilea. Para los que decidan viajar a Tierra Santa, Magdala es un punto que no deben dejar de visitar

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