La importancia de Caravaca de la Cruz
Caravaca de la Cruz ha convertido a la Región de Murcia en un referente y punto de encuentro de la cristiandad, desde que el Papa Juan Pablo II le concediese la celebración del Año Jubilar In Perpetuum, cada 7 años, desde 2003. Caravaca se convirtió así en la quinta ciudad del mundo que puede celebrar el Jubileo Perpetuo, junto a Santiago de Compostela, Santo Toribio de Liébana, Roma y Jerusalén.
El arzobispo de la diócesis de Granada, José María Gil Tamayo, y el obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, presidieron el pasado domingo, 7 de enero, en la Basílica de la Vera Cruz de Caravaca la Solemne Apertura del Año Jubilar 2024 con la asistencia de cerca de un millar de fieles. 2024 será el cuarto Año Jubilar de Caravaca, convirtiendo a la Ciudad Santa del Noroeste murciano en el epicentro del turismo religioso del país.
Leyenda de la Vera Cruz
Ubicada entre Murcia y Granada, Caravaca de la Cruz, Ciudad Santa, está llena de milagros y también de leyendas. De hecho, sobre la Vera Cruz hay muchos misterios, uno de los más llamativos es la aparición de la misma Cruz en 1231
En aquella época Caravaca había sido invadida por los musulmanes y el jeque Cid Abu Zeid, por curiosidad pidió al sacerdote Ginés Pérez Chirinos que oficiara una misa, En mitad del acto litúrgico el sacerdote se dio cuenta que faltaba en el altar el símbolo del crucifijo, e informó al Jeque que no podía continuar. Según cuenta la leyenda, fue cuando por la ventana entraron dos ángeles que transportaban un «Lignum Crucis», que posteriormente se comprobaría que provenía de Jerusalén. Posteriormente se reconoció también como una «verdadera» (Vera) cruz, lo que llevó a la ciudad a incluirla en el escudo municipal.
La celebración del Año Jubilar y su peregrinación
La presencia de peregrinos en la zona está constatada desde el siglo XIV y, en concreto, unas indulgencias del Papa Clemente VII, en 1392, afirmaban que «a la Capilla de la Santa Cruz concurren gran cantidad de fieles que vienen de lejanas partes». Hay testimonios de que fueron peregrinos Fernando el Católico o San Juan de la Cruz.
La celebración del Año Jubilar va unida al Camino de Levante, una peregrinación que lleva directamente a venerar la Vera Cruz.
No se trata sólo de un viaje en el que descubrir un entorno único o una aventura para combinar lo religioso con lo cultural, lo gastronómico y lo natural. Esta travesía que discurre en gran parte junto al río Segura, por la huerta de la Región y por la montaña, y que descubre al que se adentra en ella lugares únicos es una peregrinación para ganar el jubileo, para conseguir el perdón de los pecados, es decir, las indulgencias plenarias. Las condiciones para conseguirlas son:
Visitar la basílica-santuario de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca; también, participar en cualquier celebración religiosa allí, rezar un Padrenuestro, un Ave María o un credo y orar por las intenciones del Papa con la oración jubilar.
Los peregrinos deben hallarse en estado de gracia; siendo conveniente la confesión sacramental, bien durante la visita a la basílica o en los 15 días anteriores o posteriores a la peregrinación.
Además de venerar la Sagrada Reliquia, se debe hacer entrega de una limosna para el Gesto Jubilar, donativo que se destinará a obras de caridad para los pobres y necesitados, colaborando con la ofrenda al Óbolo que se hará llegar al Papa tras la celebración del Jubileo.
Se trata de una ruta de 120 kilómetros divididos en cinco etapas que se puede hacer a pie, en bicicleta o a caballo desde Orihuela a Caravaca de la Cruz.
El primero de ellos, de unos 24 kilómetros, parte de la Catedral oriolana del Salvador hasta llegar a orillas del río Segura.
En el Segura, llegamos hasta la Región de Murcia. Uno puede admirar el Trasvase Tajo-Segura hasta llegar a la pedanía murciana de Beniel. El camino, en la que se pueden contemplar las norias de huerta tan típicas de esta parte del país, continúa hasta El Raal, otra pedanía de la capital en la que se puede disfrutar del Belén Viviente si se visita por Navidad. Los que vayan a paso más ligero, sin pararse demasiado a visitar los distintos monumentos, podrán completar este trayecto en unas seis horas. En bicicleta se reduce a unas dos horas y media.
Muy cerca del Raal se encuentra por fin la ciudad de Murcia, donde comienza el segundo tramo del camino. Desde la capital se parte en dirección a Alguazas. Se trata de un recorrido de unos 26 kilómetros.
Los peregrinos suelen concentrarse en el Malecón para emprender la marcha. Por el camino uno podrá descubrir los orígenes del sector primario en la capital, gracias al Museo Etnológico de la Huerta en la localidad de Alcantarilla, en el que se exponen productos y tradiciones. La gran rueda de la Ñora, uno de los monumentos huertanos más distintivos de la Región, suele ser otra de las paradas obligatorias. Acequias y agricultores trabajando a pleno sol son una constante durante este trayecto.
Paso a paso, caminando junto al río, el recorrido llega hasta Molina de Segura, donde muchos peregrinos deciden hacer un alto en el camino para visitar la Ermita de Nuestra Señora de la Consolación, que se construyó en el siglo XV, pero que todavía se encuentra bien conservada.
El sendero que conduce hasta Alguazas es la Vía Verde, situada en las antiguas vías ferroviarias. Una vez en esta localidad, arranca el que sería el tercer tramo del Camino de Levante, que conduce hasta Mula. Otros 26 kilómetros, conocidos como la tierra de castillos. Estos últimos son un impresionante paisaje, muy característico de la zona, producido por la erosión del agua y el viento.
La presa de Los Rodeos, junto al río Mula, es uno de los enclaves cuya visita es imprescindible durante este viaje, pues en esa zona se sitúa el antiguo asentamiento de Campos del Río, con sus casitas típicas de pueblo y un encanto especial. El camino sigue hacia Albudeite, donde podremos hacer oración en la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, una de las pocas enclavadas sobre una mezquita.
También son visitas recomendables durante este tramo múltiples restos de la época romana, como el yacimiento de la Villa Romana de Los Villaricos o el Castillo de Alcalá, en la Puebla de Mula.
Tras caminar unos pocos metros más el trayecto conduce hasta Mula, donde culmina este tercer tramo y comienza el siguiente. En esta cuarta parte del recorrido, a pesar de ser algo más corta (21 km.), encontraremos más dificultad debido a sus cuestas. Se trata de un viaje entre paisajes y viñedos que conduce hasta Bullas.
Se recomienda tener una cámara en mano y los ojos muy abiertos, pues la fauna está muy presente. Y es que cerca se encuentra el Parque Regional de Sierra Espuña, uno de los entornos naturales más preciados de la Comunidad.
Siguiendo siempre la Vía Verde del Noroeste, el sendero llega hasta El Niño de Mula, lugar habitual de peregrinación e ideal para reponer fuerzas. Septiembre es el mejor mes para acudir a este lugar, pues es cuando el pueblo conmemora la aparición del Niño Jesús a un pastor de la zona.
Una vez superado este enclave, Bullas, tierra de viñedos y productos de calidad que cuentan con Denominación de Origen propia, estará a la vuelta de la esquina. Visita obligada en nuestra peregrinación es la iglesia de Nuestra Señora del Rosario.
Una vez en Bullas, tan solo 21 kilómetros separan al peregrino del final de su viaje. Un quinto y último tramo que pone al límite la resistencia del viandante, pues es el más duro y montañoso. El antiguo trazado ferroviario conduce hasta el canal del Taibilla. Desde ahí, llega hasta el paraje Cristo Carrascalejo, donde se ubica la bodega más antigua de Bullas, en la que se celebra un besapiés durante la Cuaresma.
Uno de los últimos tramos atraviesa Cehegín, un municipio cuyo casco antiguo, declarado Conjunto Histórico, vale la pena recorrer. Las ruinas de Begastri, una antigua ciudad romana que fue sede episcopal entre los siglos VI y VIII, es una de las paradas obligatorias en esta visita.
Una vez cruzado Cehegín, el final del camino está cada vez más cerca. Tras avanzar varios metros por la carretera y después de haber caminado cientos de kilómetros, los peregrinos se adentrarán por fin en Caravaca de la Cruz. Allí, en lo alto del cerro, arropado por miles de feligreses, aguarda su destino: el Santuario de la Vera Cruz.
El Santuario de la Vera Cruz de Caravaca se encuentra situado en la cima de un montículo amurallado, visible desde puntos distantes del enclave urbano, erigiéndose en un lugar excepcional. Constituye el núcleo más importante de la ciudad por su significado histórico, cultural y religioso. A la explanada del Santuario se accede desde la Cuesta del Castillo.
El castillo se remodeló en el siglo XVII para albergar el Santuario. El templo actual fue erigido a partir de 1617, sobre la base del primitivo de la Vera Cruz, siendo el autor, el arquitecto carmelita Fray Alberto de la Madre de Dios. Las obras dieron comienzo el 16 de julio de 1617.
La muralla, data de inicios del siglo XIX, coincidiendo con la Guerra de la Independencia. El 18 de marzo de 1944 es declarado Monumento Histórico Nacional.
El Santuario, edificado en el siglo XVII en el interior de la antigua fortaleza medieval levantada por los musulmanes, tiene entrada por una puerta situada en la muralla que mira hacia poniente. Ésta, recientemente restaurada, es de planta irregular y rodea el recinto, conservando catorce baluartes y torreones de época medieval, el más elevado de los cuales se halla en la parte Este y se conoce con el nombre de ‘Torre Chacona’.
El Museo de la Vera Cruz está ubicado en la tradicional Casa del Capellán, en el Santuario de la Vera Cruz, y se compone de tres salas dedicadas a la historia de la Sagrada Reliquia, al ajuar litúrgico y a la arqueología del Santuario. Su colección básica procede del antiguo Museo de Arte Sacro e Historia de la Vera Cruz.
En el sótano del museo encontramos restos arqueológicos de las murallas, torres y mazmorra del antiguo castillo medieval que existió bajo la actual iglesia y museo. También se ha recuperado el foso de la Guerra de la Independencia, los grandes aljibes medievales, y la torre de las Toscas, donde se ubica la Oficina de Atención al Peregrino.
La credencial del peregrino se puede obtener, por el momento, en la sede de la Diócesis de Cartagena (en la secretaria general del Palacio Episcopal, en Murcia) pero también en la Vicaría de Cartagena. Para conseguirla, el peregrino debe rellenar una ‘solicitud de credencial’ en su parroquia, donde le sellarán la petición para acercarse a por la Credencial del Peregrino. Esta se podrá sellar en los puntos y lugares religiosos (al menos, un 60% de los sellos del camino) y en los establecimientos adheridos al Camino de Levante, así como oficinas de turismo del camino y ayuntamientos (el otro 40%).
Con esta cartilla, que también servirá para conseguir descuentos en los establecimientos adheridos al camino, en la Oficina del Peregrino (explanada del Basílica de la Vera Cruz) expedirán dos tipos de certificados: el ‘caravaquensis’, a los peregrinos que lleguen a pie, en bicicleta o a caballo tras realizar, al menos, 22 kilómetros del camino (adultos) y 7 kilómetros (niños); y los diplomas expedidos por la Cofradía de la Santísima y Vera Cruz, Certificado del Peregrino, que la cofradía entregará a quienes lleguen hasta el santuario individualmente o en grupo.
Mejores fechas para peregrinar y visitar Caravaca
Una de las fechas mejores para peregrinar y visitar Caravaca es en primavera.
El municipio acoge del 1 al 5 de mayo una de las fiestas más espectaculares de su calendario, las de la Santísima y Vera Cruz, declaradas de Interés Turístico Internacional y que incluyen dos espectáculos únicos en todo el mundo: las fiestas de Moros y cristianos y los Caballos del Vino.
Las calles se tiñen de blanco y rojo, al tiempo que resuenan las campanas, la tronería y los cascabeles de los corceles al galope.
Los Moros y cristianos rememoran las luchas que tuvieron lugar en la Edad Media, en la época en la que la localidad murciana era tierra fronteriza con el Reino Nazarí de Granada. Kábilas y grupos cristianos desfilan junto a sultanes y reyes, luciendo sus mejores trajes y levantando al público de sus tribunas a ritmo de espectaculares coreografías y marchas moras.
El 30 de abril arrancan las fiestas con la Noche de las Migas. Por las calles discurren charangas y batucadas, se tiñen con el colorido de las peñas migueras, que se reúnen en la Plaza del Hoyo para elegir las mejores.
El 1 de mayo se celebran la Ofrenda de Flores, el Concurso de Caballos a Pelo y la Exposición de Mantos, auténticas obras de arte tejidas con seda e hilos de plata y oro, con las que se engalanan los caballos al día siguiente.
El 2 de mayo Caravaca vive su día de fiesta más intenso, con la mítica carrera de los Caballos del Vino. Se trata de una competición que hace honor a la tradición, a la fuerza de la naturaleza y a la unión del hombre con el caballo.
Como indicó en su homilía D. José María Gil Tamayo: «Peregrinar a Caravaca supondrá entrar en el misterio del amor que nos ha ofrecido Jesucristo, vamos a Caravaca a participar de la misericordia y del perdón de Dios “
Os animo a no perder esta gran oportunidad.