¿Qué es la fiesta de la Cruz Gloriosa?

¿Qué es la fiesta de la Cruz Gloriosa?

La Cruz Gloriosa, también conocida como la Exaltación de la Santa Cruz, que los católicos y ortodoxos celebran el 14 de septiembre, es una de las siete fiestas principales del año litúrgico que se hacen en honor de Nuestro Señor Jesucristo. Esta fiesta destaca el símbolo central de los cristianos: la cruz en la que Jesucristo fue crucificado.

El origen de la celebración de la Exaltación de la Santa Cruz se remonta al año 335 D.C. Ese año, fue consagrada la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén. Esta iglesia fue construida en el sitio donde se cree que Jesucristo fue crucificado y resucitó. 

Según la tradición, Santa Elena, la madre del emperador Constantino, viajó a Jerusalén en búsqueda de reliquias sagradas y fue guiada en su búsqueda por una revelación divina. Después de excavar en el sitio del Gólgota, se encontraron tres cruces. Para identificar la cruz verdadera, se colocaron sucesivamente sobre una mujer moribunda, quien milagrosamente fue sanada al contacto con la cruz de Cristo. Este milagro confirmó la autenticidad de la cruz y marcó el comienzo de su veneración.

La consagración de la iglesia y el descubrimiento de la verdadera cruz por Santa Elena impulsaron la celebración anual de este acontecimiento trascendental.

La Cruz Gloriosa tiene un profundo significado teológico para los cristianos. La cruz, que era un símbolo de tortura y muerte en la época romana, se transformó en el símbolo de la victoria sobre el pecado y la muerte. La crucifixión de Jesucristo, seguida por su resurrección, es vista como el acto supremo de amor y sacrificio. Al celebrar la Cruz Gloriosa, los fieles recuerdan que, mediante la cruz, Jesús trajo salvación y vida eterna.

Muchas son las referencias bíblicas a la cruz: en el libro de los Números, en un relato en el que los Israelitas son atacados por serpientes enviadas por Dios para castigar la murmuración de su pueblo, fruto de su rebeldía. Moisés, intercediendo por el pueblo, pide a Dios un remedio que permita sobrevivir a los que han sido mordidos, y el Señor le responde: “Hazte un Abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá” (Nm 21-8). De la misma manera que todo israelita que mirara la serpiente colgada del mástil quedaba salvo así todo aquel que mira la cruz levantada recibe la salvación, porque experimenta dentro de su ser el perdón de los pecados.

La Cruz, sobre la que Cristo reina, tiene una dimensión mucho más trascendente de la que podamos imaginar. Otro personaje de la historia sagrada: Jacob. Como relatan las Escrituras, Jacob, en un momento de su vida tiene una revelación en forma de sueño. La escalera que él vislumbra en este sueño (Gn 28-12) por la que suben y bajan los ángeles es una imagen fiel reflejo de la cruz de Cristo. Así como la escalera del sueño de Jacob unía el cielo y la tierra del mismo modo la cruz de Cristo “rompe el velo” que separaba al hombre de Dios (Lc 23, Mc 15, Mt 27), y le permite contemplar y gustar de su amor y misericordia. Cristo, siervo de los siervos, ha reunido lo que en un principio estaba unido y quedó separado por la caída de Adán y Eva. La distancia y la incomunicación que había aparecido entre el hombre y Dios, por el pecado de nuestros padres, fue salvada por la Cruz.

La Cruz es esta “escalera de Jacob” que permite al hombre llamar a Dios Abba, Padre; esta escalera que acerca la criatura al creador, que permite al que se había alejado retornar a la casa del Padre. En definitiva, la Cruz es el medio que Dios ha pensado para reconciliarnos con él y para poder darnos de su naturaleza divina, de modo que ya ni la altura ni la profundidad nos podrán separar de Dios (Rom 8,35).

San Pablo, en su primera carta a los Corintios, manifiesta: La palabra de la cruz es locura para los que se pierden, pero para los que se salvan, esto es, para nosotros, es poder de Dios (1 Corintios 1,18). De esta manera, la cruz se convierte en el centro de la fe cristiana, recordándonos que el sufrimiento y la muerte de Jesús no fueron en vano, sino que tienen un propósito redentor.

Por último, cabe también resaltar la profecía que encontramos en la Escritura por boca de Zacarías, que anuncia a aquel que ha de venir: “mirarán al que traspasaron” (Za 12,10) por lo que el hecho de que esté levantada permite que nosotros participemos de esta profecía, permitiéndonos ser incluidos en el libro de la Vida.

Cristo ha vencido al mundo, como dirá la víspera de su Pasión (Jn 16), por una razón concreta: Hacernos a nosotros vencedores y no vencidos, invitándonos a nosotros a pasar de este mundo al padre, ¿cómo? A través de la cruz.

También, la Virgen María, columna de la Iglesia al pie de la cruz nos invita a imitar a Cristo, a no escandalizarnos, a no huir del sufrimiento. La Virgen, entre el mundo y Cristo, es nuestra intercesora. Vela por nosotros y nos conduce a su Hijo. Como en las bodas de Canaán nos invita a hacer lo que Él nos diga (Jn 2,5), a obedecerle y a seguirle. Ella es la perfecta cristiana, la primera mártir, que lejos de escandalizarse asume la responsabilidad del “fruto de su vientre” mostrándonos así el camino.

Cristo, como buen judío, ha cumplido enteramente el Shemá en la Cruz: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. Haz esto y vivirás” Con la lanzada que traspasó su costado amó a Dios con todo su corazón, y de él salió sangre, imagen de la vida terrena, y agua, imagen del Bautismo y de la vida inmortal. Amó al Señor con toda su mente, crucificando su razón con una corona de espinas, que expresan el dolor del sin sentido del sufrimiento, de la historia de cada uno. Y amó al Señor con todas sus fuerzas, porque sus brazos y manos, con los que trabajaba y hacía fuerza, fueron brutalmente clavados sin él oponer resistencia, mostrando al mundo la no resistencia al mal y la aceptación del otro sin medida, pues el que extiende las manos es para expresar su deseo de obedecer y amar.

Es en la Santa Cruz donde reposa el Hijo del hombre, donde descansa y reclina la cabeza. Con su carne destrozada nos enseña que el pecado mata profundamente, destroza a los que tenemos a nuestro alrededor, provoca descomunión y soledad. Cristo, clavando su carne, nos enseña a morir a nosotros mismos, a no resistirnos al mal, a poder amar hasta el extremo no solo con el espíritu sino con nuestro cuerpo.

La Exaltación de la Santa Cruz se celebra de diversas maneras en las comunidades católicas alrededor del mundo. En muchos lugares, se llevan a cabo procesiones solemnes, donde una gran cruz adornada es llevada en un cortejo litúrgico. Estas procesiones recuerdan el camino de Cristo hacia el Calvario y su acto de sacrificio.

Es una fecha excepcional para meditar este misterio, nunca mejor dicho, del amor de Dios para con nosotros. Como dijo San Agustín, “La medida del amor es amar sin medida”.

¿Quieres visitar el Monte calvario donde estuvo la Cruz de Cristo?. Ven con nosotros a la peregrinación de Tierra Santa


+ Infornación

Comparte en:​

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

¿Quieres ver más post?

Llevamos a Mons Rouco Varela a Medjugorje

Desde Haya Peregrinaciones hemos tenido el honor de acompañar al Cardenal Arzobispo Emérito D. Antonio María Rouco Varela, a su secretario el P. Juan Pedro Ortuño y a la escritora Doña Maria Vallejo Nagera, a la primera peregrinacion a Medjugorje para el Cardenal.

Juan Pablo II en Jasna Gora

El Santuario de Czestochowa

El Santuario de Częstochowa, venerado en Polonia, es un ícono religioso de gran importancia histórica y espiritual para millones.

congreso fatima

IX Congreso Internacional de María Auxiliadora

El IX Congreso Internacional de María Auxiliadora, que tendrá lugar en Fátima, Portugal, del 29 de agosto al 1 de septiembre de 2024 tendrá el lema: «Yo os daré la Maestra».