El término ascensión deriva del latín ascensio, que significa ‘subir’, indica la acción de ascender o de subir a un lugar más alto. Por otra parte, la palabra ascensión también se emplea para señalar la elevación de una dignidad suprema, por ejemplo, la ascensión al trono.
La Ascensión es una solemnidad litúrgica común a todas las Iglesias cristianas que conmemora el momento en el que Jesús regresó al Cielo con su Padre, después de haber cumplido su misión en la tierra; se celebra 40 días después de la Resurrección Pascual. Es una fiesta de gran tradición, San Juan Crisóstomo y San Agustín ya hablaban de esta solemnidad en sus escritos. Pero fue S. Gregorio de Nisa quién le dio una gran difusión.
Como este día cae en jueves, en muchos países la solemnidad se ha trasladado al domingo siguiente. Con la Ascensión de Jesús al cielo se concluye la presencia de Cristo en la tierra y se inaugura el tiempo de la Iglesia.
En la Escritura se expone claramente que la Ascensión de Jesús fue literal, regresando corporalmente al cielo. Él se levantó gradual y visiblemente de la tierra, siendo observado por muchos discípulos. Mientras ellos miraban a Jesús, una nube lo ocultó de sus ojos, y apareció un ángel que les prometió que Cristo regresaría.
“Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de Él; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo»”. (Mt 28,16-20).
En el relato de este misterio según el Evangelio de san Mateo (28,16-20), el Señor envía a los discípulos a proclamar y a realizar la salvación, según el triple ministerio de la Iglesia: pastoral, litúrgico y magisterial: Id y haced discípulos de todos los pueblos (por el anuncio profético y el gobierno pastoral, formando y desarrollando la vida de la Iglesia), bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo (aplicándoles la salvación, introduciendo sacramentalmente en la Iglesia); y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado (mediante el magisterio apostólico y la vida en la caridad, el gran mandato). Se está cumpliendo el plan de Dios, y la salvación, anunciada primero a Israel, es proclamada a todos los pueblos. En esta obra de conversión universal, por larga y laboriosa que pueda ser, el Resucitado estará vivo y operante en medio de los suyos: Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Con su Ascensión al Cielo, Jesús nos abre las puertas para que podamos seguirle. La Ascensión es para todos los cristianos un símbolo de esperanza, pues sabemos que Cristo está sentado a la derecha del Padre, intercediendo por nosotros y que un día podremos llegar con Él a gozar de la felicidad eterna. Por esto, celebramos la fiesta con una Misa solemne. Durante la celebración de la Misa, puede haber una procesión solemne, con incienso. El crucifijo se adorna de blanco, se llevan luces y flores.
La Ascensión de Jesús a los cielos es significativa por muchas razones:
1) Señaló el final de su paso por esta tierra. Dios Padre amorosamente había enviado a Su Hijo al mundo en Belén, y ahora el Hijo estaba regresando al Padre. Su período de estancia en la tierra había terminado.
2) Significaba el éxito de su obra terrenal. Él había cumplido con todo lo que tenía que hacer, con la voluntad de Dios Padre.
3) Marcó el retorno a su gloria celestial. La gloria de Jesús había estado velada durante Su tiempo en la tierra, con una breve excepción en la Transfiguración (Mateo 17,1-9).
4) Con la Ascensión, Jesús alcanza esta meta final y es exaltado; se hace Señor y primogénito de sus hermanos. La plenitud sólo se alcanza al final y es un don de Dios.
5) Le permitió preparar un lugar para nosotros (Juan 14,2) Nosotros debemos trabajar para cumplir con nuestra misión en la tierra. Hay que vivir como Él, amar como Él, buscar el Reino de Dios. Debemos anunciar el Evangelio con la palabra y con la vida.
6) Indicó el inicio de su nuevo ministerio como Sumo Sacerdote (Hb 4,14-16) y Mediador de un Nuevo Pacto (Hb 9,15).
7) Jesús regresará de la misma manera en que se fue – literal, corporal, y visiblemente en las nubes (Hch 1,11; Dn 7,13-14; Mt 24,0 y Ap 1,7).
En la actualidad, el Señor Jesús está en el Cielo. Las Escrituras lo describen con frecuencia a la diestra del Padre, una posición de honor y autoridad (Sl 110,1; Ef 1,20; Hb 8,1). Cristo es Cabeza de la Iglesia (Col 1,18), el dador de los dones espirituales (Ef 4,7-8), y Aquel que lo llena todo en todo (Ef 4,9-10).
La Ascensión es garantía de nuestra propia subida al Cielo, después del Juicio de Dios. Fue a prepararnos sitio en su Reino y prometió volver para llevarnos con Él.