En el centro histórico de la Ciudad Santa los cristianos recuerdan los últimos momentos de la vida de Jesús. Vamos a hacer un breve recorrido por algunos lugares de la Pasión de Cristo en la actualidad. Estos lugares de la Pasión de Cristo son 5 hermosos emplazamientos muy significativos en Jerusalén, aunque evidentemente podríamos encontrar muchos más.
El cenáculo
En el centro histórico de la Ciudad Santa los cristianos recuerdan los últimos momentos de la vida de Jesús. Vamos a hacer un breve recorrido por algunos lugares de la Pasión de Cristo en la actualidad. Estos lugares de la Pasión de Cristo son 5 hermosos emplazamientos muy significativos en Jerusalén, aunque evidentemente podríamos encontrar muchos más.
Vía dolorosa
Dentro de la ciudad vieja de Jerusalén se mezclan las señas de identidad de las tres principales religiones monoteístas, los cristianos siguen por ella el rastro de los últimos momentos de la vida de Jesús. Entrando por la Puerta de Damasco y dejando atrás el bullicio del mercado árabe que huele a incienso y a especias, se alcanza enseguida la Vía Dolorosa, que culmina en la iglesia del Santo Sepulcro. Sus catorce estaciones marcan el recorrido de Jesús desde el palacio del Pilatos al Gólgota, es el mismo itinerario que cada día recorren peregrinos de todo el mundo, incluso con la cruz a cuestas.
Monte de los olivos
Después de celebrar la Última Cena, Jesús se fue al monte de los Olivos a orar. Al pie del monte de los Olivo se produjo el prendimiento de Jesús tras ser denunciado por Judas, uno de sus apóstoles. En este lugar es donde Jesús fue detenido; hoy, es un jardín bellísimo con la llegada de la primavera, lleno de peregrinos y visitantes. Según el relato evangélico, Jesús se dirigió junto a sus discípulos a un jardín cercano a la ciudad, donde muchas veces se retiraban a rezar, allí fue detenido tras ser besado en la mejilla por Judas. Próximo al huerto se ubica la basílica de la Agonía o de las Naciones, construida en 1920. La roca en la que rezó Jesús se custodia hoy en esta basílica. El mosaico que preside la fachada de este templo custodiado por la orden franciscana muestra a Jesús como verdadero sacerdote y enlace entre Dios y la humanidad
Este monte al que subió Jesús a orar es un lugar magnífico para disfrutar de la mejor panorámica de la ciudad vieja de Jerusalén, ceñida por murallas y en la que brilla la espectacular cúpula dorada que protege La Roca, el lugar sagrado para los musulmanes, desde la que Mahoma ascendió a los cielos.
La fortaleza Antonia
En el extremo oriental de la muralla de la ciudad, cerca de la puerta de los Leones se situaba esta fortaleza levantada en época romana por Herodes el Grande y adyacente al Templo de Jerusalén muy próxima al estanque de Bethesda. Es en este lugar donde Jesús fue condenado a morir crucificado tras el juicio ante el procurador romano Poncio Pilato, prefecto romano de Judea en aquella época. El lugar, antaño punto estratégico de control, es ahora un colegio palestino dentro del barrio musulmán. En este punto también se localiza la primera estación del viacrucis.
Basílica del Santo sepulcro
lugar llamado Gólgota, que en arameo es el de la calavera. Y es aquí donde se levantó este templo. Una visita a su interior, cuyas capillas y rincones están custodiados por diferentes confesiones, permite admirar la capilla de la Crucifixión, la del Calvario, la piedra donde fue ungido antes de ser sepultado y el sepulcro.
Situado en el siglo I fuera del recinto amurallado, en la parte derecha de la basílica. En el monte del Calvario es donde fue crucificado Jesús. La Biblia traduce el término como «Lugar de la Calavera». Según datos históricos, «se trataba de un montículo situado en una de las puertas de la ciudad, un sitio adecuado para que las crucifixiones fueran observadas por el pueblo».
El sepulcro era una tumba nueva cedida por José de Arimatea, distinguido miembro del Sanedrín, excavada en la roca, en el monte próximo al Gólgota. El lugar fue marcado con un templete construido en el siglo XIX en la parte izquierda del templo. La inhumación tuvo que producirse antes de la caída de la tarde del Sabbat (noche del Viernes Santo), según la ley judía. José de Arimatea con la ayuda de Nicodemo lo envolvieron en lienzos de lino y lo colocaron en la tumba con una gran piedra en la entrada. Desde hace ochocientos años, los frailes franciscanos de la Orden de Frailes Menores son los custodios del Santo Sepulcro en nombre de la Iglesia católica, y comparten la propiedad de la basílica con la Iglesia greco-ortodoxa y la Iglesia apostólica armenia. Para evitar rencillas entre confesiones dos familias musulmanas se ocupan de custodiar la llave y las puertas del templo desde tiempo inmemorial.