Jerusalén es la ciudad de destino y el eje de la salvación para la humanidad. Para abordar con mayor profundidad la vida, pasión y muerte de Jesús, es muy importante conocer la geografía de los lugares en los que sucedieron estos hechos. El Monte de los Olivos está situado en el valle del Cedrón. Los alrededores de Jerusalén eran ricos en olivares y los olivos ocupaban el primer lugar entre los árboles y plantas de la ciudad y sus alrededores. El Monte de los Olivos fue el escenario de muchos momentos de la vida pública de Jesús.
Uno de esos momentos que relata el evangelio es cuando los discípulos le muestran a Cristo los recién reconstruidos edificios del templo, y Él contesta con algo muy extraño “No quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada” (Mateo 24,2).
De ahí partieron al Monte de los Olivos y, cuando estuvieron a solas, los sorprendidos discípulos preguntaron: “¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?”. A continuación, Jesús responde que grandes calamidades precederán a su segunda venida. (Mt,24).
Otro de esos momentos importantes es la entrada triunfal de Jesús –su llegada a la ciudad desde el monte de los Olivos a lomos de un borriquillo– ésta se narra en los cuatro evangelios con distintos matices. A pesar de que Jesús es aclamado como un rey (Lc 19,38), es evidente que se trata de un tipo de rey muy diferente del que corresponde a las expectativas del pueblo judío. Lucas es el evangelista que pone un mayor énfasis en que los acontecimientos están teniendo lugar en el monte de los Olivos (19,29 -37), puesto que el olivo es un antiguo símbolo de la paz. ¿Sabían quienes celebraron la entrada de Jesús en Jerusalén que estaban dando la bienvenida a un príncipe de la paz?
De acuerdo con la tradición es también Lucas quién recoge que Jesús lloró contemplando la ciudad desde el Monte de los Olivos, frente a un punto de las murallas que rodeaban a Jerusalén y a pocas yardas hacia el sur desde el Portón Hermoso. Desde este punto se puede contemplar una vista maravillosa, pero fue a los habitantes de la ciudad, no a los edificios hermosos ni la vista impresionante, lo que el Salvador miraba con dolor a través de las lágrimas que nublaban sus ojos cuando exclamó: ‘¡Oh, sí tú también conocieses…lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos’ (Lucas 19,42) Vio al pueblo dividido en sectas que estaban en conflicto , cada una profesando más santidad y rectitud que las otras y todas cerrando los ojos ante la verdad.
Pero quizá el momento más trascendente de los acaecidos aquí sucedió poco antes de su muerte. Después de la última cena, Jesús partió junto a sus discípulos en dirección al huerto de Getsemaní, situado al pie del Monte de los olivos, un lugar habitual al que Jesús iba a rezar, aquí Jesús fue traicionado por Judas Iscariote y arrestado por los soldados romanos. Antes de su prendimiento oró intensamente y pronunció las palabras más importantes que dijo Jesús en el Monte de los olivos: «Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. (Lc 22,42) La humanidad de Jesús se estremece ante la muerte. El amor a la vida, connatural a la naturaleza humana, le hace reaccionar violentamente contra la muerte. Pero por encima de esto, obra en Él la absoluta confianza que ha puesto en su Padre, y resuelve el trance con su obediencia filial a la voluntad de quien lo ha enviado al mundo para mostrar un amor que no se detiene ni ante la muerte para salvar a todos sus hijos.
El último acontecimiento sucedido en el monte que vamos a reseñar es la ascensión de Cristo al cielo, cuarenta días después de su resurrección. El sitio está marcado por una capilla histórica, la capilla de la Ascensión del Señor. Lucas 24,51 nos dice que Jesús ascendió al cielo cuarenta días después de su resurrección.
Es aquí en la cima del Monte de los Olivos, donde se recuerdan los últimos instantes de Jesús en la tierra. Recuerda que en nuestros viajes a Israel puedes conocer toda su historia y vivirla en primera persona.