La Virgen y Mártir Santa Eulalia llegó el día 11 de diciembre en procesión a su Basílica emeritense y, con este acto se abrió la Puerta Santa inaugurando así un Año Jubilar en el que Mérida se reivindicará como cuna del cristianismo hispano y destino turístico religioso.
La celebración del Año Jubilar Eulaliense en honor a lo que representa la figura histórica de Santa Eulalia como primer mártir cristiana se extenderá hasta el 10 de diciembre de 2024.
Mérida es una de las primeras ciudades donde se constituyen comunidades cristianas en la Península Ibérica, ya tenemos referencia escrita de la comunidad cristiana de Emérita Augusta en el año 258 por una carta del obispo de Cartago. Esta comunidad cristiana dio como fruto a una de las figuras más importantes en el desarrollo del cristianismo en el Mediterráneo Occidental: santa Eulalia. Su testimonio martirial fue uno de los agentes evangelizadores que con más fuerza llevó la Buena Nueva del Evangelio a muchísimos lugares del Occidente europeo.
Santa Eulalia es una de las santas más famosas de España. Los datos acerca de su vida y de su muerte los encontramos en un himno que en honor de ella escribió el poeta Prudencio en el siglo cuarto. Y allí se cuenta lo siguiente: «Cuando Eulalia cumplió los doce años, apareció el decreto del emperador Diocleciano prohibiendo a los cristianos dar culto a Jesucristo, y mandándoles que debían adorar a los falsos ídolos de los paganos. La niña sintió un gran disgusto por estas leyes tan injustas y se propuso protestar entre los delegados del gobierno.
Viendo su madre que la joven podía correr peligro de muerte si se atrevía a protestar contra la persecución de los gobernantes, se la llevó a vivir al campo, pero ella se fue de allí y llegó a la ciudad de Mérida.
Eulalia se presentó ante el gobernador Daciano y le protestó valientemente diciéndole que esas leyes que mandaban adorar ídolos y prohibían al verdadero Dios eran totalmente injustas y no podrían ser obedecidas por los cristianos.
Daciano intentó al principio ofrecer regalos y hacer promesas de ayudas a la niña para que cambiara de opinión, pero al ver que ella seguía fuertemente convencida de sus ideas cristianas, le mostró todos los instrumentos de tortura con los cuales le podían hacer padecer horriblemente si no obedecía a la ley del emperador que mandaba adorar ídolos y prohibía adorar a Jesucristo. Y le dijo: «De todos estos sufrimientos te vas a librar si le ofreces este pan a los dioses, y les quemas este poquito de incienso en los altares de ellos». La joven lanzó lejos el pan, echó por el suelo el incienso y le dijo valientemente: «Sólo a Dios del cielo adoro; a El únicamente le ofreceré sacrificios y le quemaré incienso, y a nadie más».
Entonces el juez pagano mandó que la destrozaran golpeándola con varillas de hierro y que sobre sus heridas colocaran antorchas encendidas. La hermosa cabellera de Eulalia se incendió y la jovencita murió quemada y ahogada por el humo.
Dice el poeta Prudencio que, al morir la santa, la gente vio una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo, y que los verdugos salieron huyendo llenos de pavor y de remordimientos por haber matado a una criatura inocente. La nieve cubrió el cadáver y el suelo de los alrededores, hasta que varios días después llegaron unos cristianos y le dieron honrosa sepultura al cuerpo de la joven mártir. Allí en el sitio de su sepultura se levantó un templo en honor de Santa Eulalia, y dice el poeta que él mismo vio que a ese templo llegaban muchos peregrinos a orar ante los restos de tan valiente joven y a conseguir por medio de ella muy notables favores de Dios.
La basílica martirial de Santa Eulalia actual se construyó a partir de la reconquista de la ciudad, en 1230, sobre los restos de la antigua basílica paleocristiana. Su planta, en la que pervive la fisonomía de la primitiva iglesia de época visigoda, es basilical, con tres naves que se corresponden en su cabecera con otras tantas capillas, la central mayor que las laterales.
Uno de los elementos más destacado del templo, de estilo románico, es la puerta abocinada, con arco de herradura al que se adosaron arquivoltas y columnillas con capiteles decorados con motivos vegetales y aves.
En la primera mitad del siglo XVI se abrió la portada, ahora utilizada como principal, con un arco que presenta caracteres del gótico final de la zona extremeña en transición hacia el nuevo estilo renacentista. De la misma fecha es la remodelación de la techumbre de la que queda una interesante armadura de madera testigo de las formas de construcción de tradición mudéjar.
En el siglo XVIII, el barroco dejó su impronta en el templo con el añadido del camarín.
Tras las últimas obras de acondicionamiento en el edificio, a finales del siglo pasado, la basílica de Santa Eulalia se ha convertido en un referente de los veinte siglos de historia de la ciudad.
Citando a Tertuliano, “la sangre de los mártires es semilla para nuevos cristianos…” ¿No es sorprendente que una niña, que una joven de finales del siglo III y principios del IV nos siga hoy evangelizando?
Interesante destino de peregrinación para la juventud en la época en la que vivimos.