Un solo Dios en tres Personas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
La Santísima Trinidad es el dogma fundamental del cristianismo. Consiste en la creencia de que Dios es uno y trino, es decir, es una unidad conformada por tres personas divinas relacionadas entre sí: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. A este principio de comunión de tres personas en un solo Dios se le conoce también como hipóstasis.
Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la misma eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un sólo Dios. Además, sabemos que cada una de las Personas de la Santísima Trinidad está totalmente contenida en las otras dos, pues hay una comunión perfecta entre ellas.
En el marco del dogma, el Dios Padre es el creador de la vida en todas sus formas y manifestaciones. Jesús es el Hijo único de Dios, quien procede de su misma naturaleza y acepta encarnarse en la Humanidad para dar cumplimiento a los designios del Padre. Por último, el Espíritu Santo, que proviene de ambos, es el que infunde la vida e inspira acciones y palabras de bien en los corazones.
¿Qué es la Santísima Trinidad?
Lo más difícil del concepto cristiano de la Trinidad es que no hay manera de explicarlo de forma apropiada. Para cualquier ser humano, la Trinidad es un concepto imposible de entender por completo; de hecho, sería imposible explicarlo. Dios es infinitamente más grande que nosotros; por lo tanto, no deberíamos esperar estar en capacidad de entenderlo por completo.
Una tradición medieval, que recoge la historia inicialmente narrada sobre un teólogo en abstracto que más tarde fue identificado con San Agustín, cuenta la siguiente anécdota:
Un día San Agustín paseaba por la orilla del mar, dando vueltas en su cabeza a muchas de las doctrinas sobre la realidad de Dios, una de ellas la doctrina de la Trinidad. De repente, alza la vista y ve a un hermoso niño, que está jugando en la arena, a la orilla del mar. Le observa más de cerca y ve que el niño corre hacia el mar, llena el cubo de agua del mar, y vuelve donde estaba antes y vacía el agua en un hoyo.
Así el niño lo hace una y otra vez. Hasta que ya San Agustín, sumido en gran curiosidad se acerca al niño y le pregunta: «Oye, niño, ¿qué haces?» Y el niño le responde: «Estoy sacando toda el agua del mar y la voy a poner en este hoyo». Y San Agustín dice: «Pero, eso es imposible».
Y el niño responde: «Más imposible es tratar de hacer lo que tú estas haciendo: Tratar de comprender en tu mente pequeña el misterio de Dios».
El catecismo de la Iglesia Católica lo define de la siguiente manera:
La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: «la Trinidad consubstancial»… Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: «El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza».
¿Qué es la Santísima Trinidad según la Biblia?
La Santísima Trinidad se ha manifestado a través del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, aunque no la nombre explícitamente.
La Biblia enseña que el Padre es Dios, que Jesús es Dios, y que el Espíritu Santo es Dios. También enseña que hay solamente un Dios. La Trinidad está compuesta de tres Personas: Génesis 1,1; 1,26; 3,22; 11,7; Isaías 6,8; 48,16; 61,1; Mateo 3,16-17; 28,19; 2ª Corintios 13,14. En Génesis 1,1, se utiliza el nombre plural «Elohim«. En Génesis 1,26; 3,22; 11,7 y en Isaías 6,8, se usa el pronombre plural para «nosotros». Sin duda, «Elohim» y «nosotros» se refieren a más de dos. Aunque esto no es un argumento explícito para la Trinidad, denota el aspecto de la pluralidad en Dios. La palabra hebrea para Dios, Elohim, definitivamente integra la Trinidad.
En Isaías 48,16 y 6,1, el Hijo está hablando mientras hace referencia al Padre y al Espíritu Santo. Si comparamos Isaías 61,1 con Lucas 4,14-19 nos daremos cuenta de que es el Hijo hablando. Mateo 3,16-17 describe el acontecimiento del bautismo de Jesús. En este hecho se ve a Dios el Espíritu Santo descendiendo sobre el Hijo mientras Dios Padre proclama:” Este es mi hijo en el que me complazco”. Mateo 28,19 y 2ª Corintios 13,14 son ejemplos de estas 3 personas distintas en la Trinidad.
Hay subordinación dentro de la Trinidad: La Escritura muestra que el Espíritu Santo está subordinado al Padre y al Hijo, y el Hijo está subordinado al Padre. Esta es una relación interna, y no niega la deidad de ninguna persona de la Trinidad. Esta es simplemente un área que nuestras mentes finitas no pueden entender con respecto al Dios infinito. Concerniente al Hijo ver Lucas 22,42; Juan 5,36; Juan 20,21; 1ª Juan 4,14. Concerniente al Espíritu Santo ver Juan 14,16; 14,26; 15,26; 16,7 y especialmente Juan 16,13-14.
Con todo, las personas de la Santísima Trinidad son distintas entre sí, dada la diversidad de su misión: Dios Hijo-por quien son todas las cosas- es enviado por Dios Padre, es nuestro Salvador. Dios Espíritu Santo-en quien son todas las cosas- es el enviado por el Padre y por el Hijo, es nuestro Santificador.
Lo vemos claramente en la Creación, en la Encarnación y en Pentecostés
En la Creación, Dios Padre está como principio de todo lo que existe. El Padre es la causa esencial de:
1) el universo (1ª Corintios 8,6; Apocalipsis 4,11);
2) la revelación divina (Apocalipsis 1,1);
3) la salvación (Juan 3,16-17);
y 4) las obras humanas de Jesús (Juan 5,17; 14,10). El Padre pone en marcha todas estas cosas.
En la Encarnación, Dios se encarna, por amor a nosotros, en Jesús, para liberarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna. El Hijo es el enviado a través de quien el Padre hace las siguientes obras:
1) la creación y mantenimiento del universo (1ª Corintios 8,6; Juan 1,3; Colosenses 1,16-17);
2) la revelación divina (Juan 1,1; Mateo 11,27; Juan 16,12-15; Apocalipsis 1,1);
y 3) la salvación (2ª Corintios 5,19; Mateo 1,21; Juan 4,42).
El Padre hace todas estas cosas a través del Hijo, quien hace las veces de su enviado.
En Pentecostés, el Padre y el Hijo se hacen presentes en la vida del hombre en la Persona del Espíritu santo, cuya misión es santificarnos, iluminándonos y ayudándonos con sus dones a alcanzar la vida eterna.
El Espíritu Santo es el medio por el cual el Padre hace las siguientes obras:
1) la creación y mantenimiento del universo (Génesis 1,2; Job 26,13; Salmos 104,30); 2) la revelación divina (Juan 16,12-15; Efesios 3,5; 2ª Pedro 1,21);
3) la salvación (Juan 3,16; Tito 3,5; 1ª Pedro 1,2);
y 4) las obras de Jesús (Isaías 61,1; Hechos 10,38).
De este modo, el Padre hace todas estas cosas por el poder del Espíritu Santo.
La plena revelación del misterio de la Santísima Trinidad se le atribuye, por tanto, al mismo Jesús, tanto a juzgar por su relación manifiesta con Dios, a quien llamaba “Padre”, como por medio de su testimonio y sus enseñanzas.