El Vaticano se convirtió en estado independiente en el año 1929, con la firma de los Pactos de Letrán. La extensión del país no supera los 0,44 kilómetros cuadrados, teniendo además entre sus murallas únicamente como habitantes alrededor de 800 personas, entre ellas el Papa, que, sin duda, es su residente más famoso.
El Vaticano es un estado independiente dentro de la ciudad de Roma. No solo es la sede espiritual de la Iglesia Católica, sino que también alberga un vasto tesoro de arte, historia y cultura.
La mejor forma de entrar en el Vaticano es recorriendo toda la Via della Conciliazione hasta llegar a la Plaza de San Pedro, una de las plazas más bonitas del mundo y un lugar de encuentro para los fieles de todo el mundo. Con una amplia superficie capaz de acoger 300.000 personas, esta plaza elíptica enamora a primera vista por los dos tramos de sus 284 columnas culminadas con figuras de 140 santos realizadas por Bernini y en el centro, un obelisco de 25 metros de altura y más de 4000 años de antigüedad, traído de Egipto por órdenes del emperador Calígula, junto a dos fuentes de mármol.
El domingo a las 12 de mañana durante la celebración del Ángelus, es el día que el Papa, siempre que esté en Roma, ofrece una breve homilía de 20 minutos desde una ventana de los apartamentos Papales.
Si quieres ver el Papa un poco más cerca puedes ir un miércoles durante la Bendición Papal, que se realiza también en la Plaza de San Pedro en un acto que empieza a las 10h30, aunque abren el acceso a partir de las 8 de la mañana.
Esta misa dura una hora y media y al finalizar, habitualmente, el Papa recorre un tramo de la plaza saludando a la gente y con un poco de suerte, hasta le puedes dar la mano.
La Basílica de San Pedro es uno de los templos más sagrados del catolicismo y uno de los lugares que ver en el Vaticano imprescindibles. Conocido por ser uno de los edificios más grandes del mundo, de esta iglesia destaca su enorme cúpula, visible desde todos los miradores de Roma y en la que durante su construcción y decoración interior intervinieron grandes artistas italianos del Renacimiento, como el gran maestro Miguel Ángel.
Una vez en su interior, no puedes perderte la estatua de La Piedad de Miguel Ángel, el Baldaquino de Bernini y la escultura de San Pedro. Es una de las cosas que puedes ver gratis en el Vaticano.
Los visitantes pueden ascender a la cúpula para disfrutar de vistas panorámicas de Roma, un verdadero regalo para los amantes de la arquitectura. Para llegar a la cima de esta cúpula de 136 metros de altura, diseñada por Miguel Ángel y terminada en 1614 por Carlo Maderno, deberás subir 551 escalones, aunque puedes ahorrarte más de 200 cogiendo un ascensor.
Los Museos Vaticanos son un laberinto de tesoros artísticos. La Capilla Sixtina es una visita obligada. El papa Sixto IV encargó a varios pintores renacentistas como Botticelli que decorarán las paredes de esta capilla del Palacio Apostólico, aunque no fue hasta 1508 cuando el papa Julio II encargó a Miguel Ángel, que ya era muy reconocido a pesar de su juventud, pintar la bóveda con escenas del Antiguo Testamento en la que destaca la famosa imagen de La Creación de Adán. Años más tarde, entre 1536 y 1541, pintó la escena de El Juicio Final en la pared del altar, creando la admiración de todo el mundo y de los millones de turistas que la visitan cada año.
En la actualidad, la Capilla Sixtina se utiliza para ceremonias papales y es la sede del cónclave, la reunión en la que los cardenales eligen a un nuevo papa. Pero no te detengas ahí. Explora las innumerables galerías que albergan obras de Botticelli, Rafael, Leonardo da Vinci y muchas otras maravillas del Renacimiento.
Los Jardines Vaticanos, Con unas 23 hectáreas de extensión, se encuentran en la Colina Vaticana, detrás de la Basílica de San Pedro y los Museos Vaticanos, y abarcan más de la mitad del territorio del Vaticano.
Su origen se remonta a la época medieval y ha sido utilizado durante siglos como lugar de meditación y reposo de papas y obispos. En el siglo XVI, el arquitecto Bramante hizo un gran trabajo de paisajismo trasformando los jardines en un espacio armónico, en el que se mezclan monumentos, esculturas y naturaleza.
La Necrópolis Vaticana, situada en el subsuelo de la Basílica de San Pedro, es uno de los lugares más sorprendentes que visitar en el Vaticano.
Según la historia del catolicismo, la basílica se construyó sobre el lugar en que se enterró uno de los doce apóstoles de Jesús de Nazaret, Pedro. Y, aunque se tenía constancia que San Pedro, el primer papa de Roma, fue enterrado debajo del altar mayor de la basílica, no fue hasta que el Papa Pío XI ordenó excavar esta zona, para ser enterrado lo más cerca de San Pedro, cuando se descubrió el tesoro que se escondía bajo los cimientos de la Basílica de San Pedro.
La visita por la Necrópolis Vaticana termina en la Cripta de los Papas donde se pueden ver las tumbas de numerosos papas.
Después de explorar estos tesoros culturales, no olvides disfrutar de la gastronomía local. En la zona circundante, encontrarás una gran variedad de restaurantes y cafeterías que sirven auténtica comida italiana, desde pasta fresca hasta pizza y gelato.
Ya sea que estés interesado en la religión, el arte o la historia, este pequeño estado de la Ciudad del Vaticano tiene mucho que ofrecer a los visitantes de todas las creencias y orígenes. Así que, la próxima vez que te encuentres en Roma, asegúrate de reservar tiempo para explorar este rincón fascinante del mundo.