Las primeras representaciones belenísticas hay que buscarlas en las catacumbas de época romana. Y más concretamente en un fresco de principios del siglo II hallado en la conocida como Capella Greca (capilla griega), en las catacumbas de Priscila en la Vía Salaria de Roma. La escena muestra la figura de la Virgen María estrechando en su pecho al niño Jesús envuelto en pañales. Frente a ellos aparecen los tres Magos de Oriente, que visten una túnica corta, sin manto, gorro ni corona.
Sería dos siglos más tarde, en el año 320, cuando se adoptó oficialmente el 25 de diciembre como la fecha oficial del nacimiento de Cristo
La tradición de belenes de España o nacimientos viene de San Francisco de Asís. En 1223, Francisco de Asís llegó, junto con su hermano León, a la población de Greccio, en la región italiana del Lazio. Para intentar evangelizar a la población de la región, mayoritariamente analfabeta, Francisco pidió una dispensa al papa Honorio III para crear el primer belén en una cueva muy cerca de la ermita de la localidad.
Con la ayuda de Giovanni Velita, un señor feudal, que le proporcionó el pesebre, la paja y los animales, el futuro santo (aunque algunos historiadores afirman, sin embargo, que quien realmente ofició la misa aquella noche fue san Antonio de Padua) convocó a los habitantes del pueblo al toque de la campana de la iglesia. Debido al frío invernal de la región, la figura del niño Jesús fue sustituida por un muñeco, pero no así la de los animales que sí eran reales. La leyenda cuenta que a la hora en que la tradición fijaba el nacimiento de Jesús, el muñeco cobró vida y empezó a llorar. Otras leyendas, sin embargo, afirman que en lugar de llorar el muñeco sonrió y extendió sus brazos hacia el santo.
La tradición cuenta que el belén más antiguo de España, llegó a Palma de Mallorca en circunstancias legendarias: La historia que se cuenta empieza con un barco en la bahía de Palma en una gran tormenta y con una promesa de salvación. Y la historia parece ser verídica: era el año 1536 y el capitán del barco se llamaba Domingo Gangome o Janceme y entre la carga se encuentran siete belenes. En esa noche cerrada, de oscuridad total a merced de una fuerte tormenta, el capitán promete a Dios que dará uno de los siete misterios, el que eligiesen, a quien les ofreciera una luz en tierra. La luz que primero vieron fue la de un convento franciscano extramuros que mantenía una luz encendida toda la noche: Era el era el Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles de Jesús. Y allí quedaron las figuras de este belén, atribuido a los hermanos Alamanno.
En 1835 el convento de Nuestra Señora de los Ángeles de Jesús fue desamortizado y el belén pasó a la iglesia de la Anunciación de Palma, donde se venera el Santo Cristo de la Sangre. Las figuras de este belén son de madera. Las figuras de San José y la Virgen tienen 1,42 y 1,18 metros de altura. Los seis ángeles músicos con instrumentos musicales: arpa, cítara, órgano portátil y flauta, miden una media de altura de 80 cm. La mula tiene 1,30 m. y el buey agachado también. Sobre la cueva hay tres pastores de aproximadamente un metro de altura. Uno toca la cornamusa, otro toca un tambor y el tercero coge un barril con las dos manos. Hay 9 ovejas que tienen color blanco o negro y dos grandes perros negros con collares de púas.
A continuación, te presentamos belenes históricos que el paso de los años ha convertido en piezas únicas de las que cada Navidad podemos disfrutar.
El Belén del Príncipe
Es el belén napolitano impulsado por Carlos III y su esposa María Amalia de Sajonia. Esta Reina alta, robusta, de tez blanca, ojos azules y cabello muy rubio, era nieta del emperador Maximiliano de Austria. Le gustaba que le llamaran con el nombre francés de Amélie, aunque pasaría a la historia con el sobrenombre de «la reina del Belén». Solo llevaba tres meses en España, cuando impulsó, en la Navidad de 1759, una de las tradiciones que más arraigaría en España desde entonces. La esposa de Carlos III montó su querido belén napolitano en el Palacio del Buen Retiro de Madrid (el Palacio Real aún no estaba terminado) y lo enseñó con orgullo. Se había traído las piezas desde Nápoles, donde había vivido desde que se casaron en 1738 cuando ella solo tenía 14 años: un matrimonio concertado y feliz. La pareja tuvo 13 hijos, cinco de los cuales fallecieron a los pocos años de nacer. Pero fue la única Nochebuena que María Amalia pasó en la capital. Un año después y con solo 35 años falleció de tuberculosis, dando el «único disgusto» al Rey en su vida, según aseguró el mismo Carlos III, que le sobrevivió 28 años, pero nunca se volvió a casar.
Este primer belén mejoro con la participación de grandes escultores españoles, como José Ginés y José Esteve. Actualmente tiene más de 4.000 figuras y fue un regalo al infante don Carlos, por lo que se conoce como «Belén del Príncipe». Parte de las piezas que se han conservado de este belén se pueden ver visitar gratuitamente en el Palacio Real de Madrid cada Navidad.
El Belén de coral de las Descalzas Reales de Madrid
Datado hacia 1570, fue un regalo de la ciudad italiana de Trápani a Felipe II. Todas las figuras que lo componen están talladas en coral, plata y bronce. Se desconoce su autor. El monasterio de las Descalzas Reales había sido fundado unos años antes, en 1559, por Juana de Austria, hermana de Felipe II y viuda del príncipe Juan Manuel de Portugal.
El Belén de las Agustinas Recoletas de Salamanca
Es un belén napolitano con figuras articuladas de gran tamaño, vestidas con ropajes de raso bordados con hilos de oro y plata. Datado sobre el año 1646, fue un regalo del conde de Monterrey y virrey de Nápoles, don Manuel de Zúñiga y Fonseca, a su hija Inés de Zúñiga, nacida en 1640, que fue enviada con cuatro años al convento. El escenario es una casa charra del siglo XVII.
La Roldana y Eugenio de Torices
En el siglo XVII numerosos ejemplos de belenes aparecen en templos y monasterios y aún en casas particulares. Hay que destacar las obras de la sevillana Luisa Roldán, llamada “La Roldana”, escultora de los reyes Carlos II y Felipe V, La formo su sevillano padre en la escultura religiosa postconciliar. Realizó esculturas tanto de tamaño natural para procesionar, como en madera o barro cocido con policromía, algunas llamadas «de candelero» o para vestir. También realizo otras de pequeños grupos de devoción para particulares y conventos, con gran movimiento y expresividad características del arte barroco. Es también conocida por los numerosos belenes en terracota de estilo italiano, gustándole los que formaban una escena de la Natividad como grupo escultórico unido.
También destacan las figurillas de cera del monje mercedario fray Eugenio Gutiérrez de Torices, calificadas por los pintores italianos Mitelli y Colonna como «miracolo della natura». Obras de este último escultor se pueden ver actualmente en el Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid. El belén de La Roldana del cartel anunciador de la Cabalgata de Sevilla 2016 se encuentra en la Escuela de Cristo.
Un verdadero hito en el desarrollo del belén hispano lo constituyó el conjunto encargado, en 1776, al escultor Francisco Salzillo por don Jesualdo de Riquelme, rico prócer murciano que, tras un viaje a Madrid, se entusiasmó con el arte belenista. El afamado artista recreó la historia de la venida de Cristo al mundo, en un ámbito popular sacado del medio pastoril, con tipos populares de la huerta murciana, e inspirados en los grabados de trajes populares, obra del célebre grabador Juan de la Cruz. Hoy se puede admirar en el Museo Salzillo de Murcia.
Hay que destacar también el belén de la época mudéjar de Sevilla que cuenta con edificios emblemáticos de la ciudad, como la iglesia de Ómniun Sánctorum, Santa Catalina, la torre de San Marcos o el Palacio de los Marqueses de La Algaba. Por otra parte, el Belén bíblico monumental más grande de Europa, formado por más de 7000 piezas, se encuentra en Jerez de los Caballeros (Badajoz). Por último, queremos destacar también el Belén de Ocaña, Toledo, que relata la Historia de la Salvación desde la creación del hombre hasta la resurrección de Jesús. Es un espectáculo de imagen, luz y movimiento, en el que durante cuarenta minutos las figuras se mueven.
Actualmente existen muy buenos imagineros en España, como José Luís Mayo Lebrija, Martín Castells y Martí, los murcianos José Nicolás Almansa, los hermanos Griñán, Serrano, Amo, Guillén, Galán, Amo, Decorate y otros, en Granada tenemos a José Miranda y Jesús Jiménez continuador de la escuela barroca granadina de su abuelo Rada, y Jerez con Pedro Ramírez Pazos, un maestro cada vez más destacado en la realización de esculturas para el Belén.
Una vez conocida su historia y algunas de sus tradiciones más emblemáticas, solo nos queda perdernos por alguno de los muchos mercadillos navideños que se extienden a lo largo y ancho de nuestro país para comprar aquellas figuritas que deseamos que conformen nuestro particular belén. Grande o pequeño, la tradición es hacerlo en compañía de nuestros seres queridos, y eso es algo que, como el belén mismo, ha perdurado a lo largo de los años. ¡Ah! y tampoco podemos olvidarnos, mientras montamos nuestro belén, de otra de las tradiciones navideñas más entrañables que lo acompañan: escuchar la tonadilla de un alegre villancico.