¿Qué es el muro de las lamentaciones?
El Muro de las Lamentaciones es un lugar sagrado, pues son los restos del primer Templo de Jerusalén, que fue construido entre los años 970 y 930 antes de Cristo. También es conocido por su nombre en hebreo, Kotel, que significa Muro.
Este monumento sagrado es parte de la pared occidental de contención que resistió a la destrucción del Segundo Templo (516 a.C.-70 d.C. El muro de jerusalem es sagrado para los judíos debido a que es el último trozo del muro que rodeaba el Templo por el sur y por el este. Además, el Muro es el lugar más cercano al sancta sanctorum o lugar santísimo (1Reyes 8:6-8). De las tres secciones del muro, el del este, del sur y del oeste, el del oeste es el lugar tradicional de oración (de ahí su nombre en hebreo, Hakótel Hama’araví, «el Muro Occidental»). Terminado por Herodes el Grande, este templo fue un lugar sagrado para el judaísmo hace dos mil años, y sus vestigios continúan siéndolo hoy en día.
El monte del Templo es también llamado Monte Moriá. Es el lugar donde Abraham intento sacrificar a su hijo Ytzjak, y donde Yaacov soñó con la escalera que subía al cielo.
En el año 70 d.C. las tropas romanas de Tito entraron en Jerusalén, destruyeron el templo y redujeron la cuidad a escombros. Fue un momento que marcó un antes y un después en la historia de Jerusalén. Aunque la idea de Tito era dejar en pie el muro occidental para recordar la victoria de Roma sobre Judea, con el objetivo de que el pueblo judío tuviese presente lo que ocurriría si volvían a sublevarse contra Roma. Sin embargo, los judíos lo atribuyeron a la promesa de Dios de proteger una parte del templo que simbolizara su alianza con el pueblo.
Los sabios habían profetizado que después de la destrucción del Templo la presencia divina nunca dejaría el Muro de los Lamentos (Occidental). Está repleto de santidad eterna. Por esta razón nunca será destruido. El muro simboliza al pueblo judío, que sufrió a lo largo de los siglos para ser destruido, y, así como el Muro, sobrevivió y se mantuvo a pesar de sus enemigos, y continua fuerte. Cuando Dios hizo su alianza con Abraham, dijo que esta seria eterna, asegurando la existencia eterna del pueblo judío.
Otra de las denominaciones más significativas que recibe es la de Muro de los Pobres, ya que la creencia popular dice que lo construyeron los más desamparados con gran esfuerzo. Cuando el Templo estaba siendo construido, el trabajo fue dividido entre varios sectores de la población. La construcción del Muro de los Lamentos (Occidental) quedo a cargo de los más pobres, y ellos trabajaron mucho para construirlo, pues no podían contratar trabajadores para construir por ellos. Cuando el enemigo destruyó el Templo, los ángeles descendieron del cielo y protegieron al Muro construido por los más pobres, que nunca debería ser destruido.
El Muro de las Lamentaciones en la actualidad
Actualmente, se sabe que el Muro de los lamentos se extiende por 488 metros de largo. De estos, tan solo un 12% (60 metros) son visibles, ya que gran parte de su extensión está enterrada bajo el barrio musulmán de la ciudad. Es por eso que además de visitar la parte del muro «exterior», también existe la opción de adentrarse en la Jerusalén subterránea, que ofrece otra óptica. Unos túneles que se extienden bajo tierra y permiten conocer más detalles sobre la historia y la arqueología que rodeaban la zona del Templo. En estos túneles del Muro de Jerusalén se cree que hay una de las piedras más grandes que hasta el día de hoy se han utilizado en el sector de la construcción. Se trata de prácticamente una pieza que pesa 500 toneladas y mide más de 12 metros de largo y 3,4 de alto.
Este muro sagrado congrega varios puntos interesantes en materia arquitectónica, como es el caso del Arco de Wilson. Antes formaba parte de un gran puente que unía ambas laderas de la explanada donde estaba ubicado el Templo; hoy, es la única construcción visible y bien conservada de lo que fue la edificación más sagrada de los judíos. En la zona se desarrollan trabajos arqueológicos para encontrar nuevas evidencias de la vida milenaria Jerusalén.
En la visita al Muro de las Lamentaciones, es tradición introducir un pequeño papel entre sus piedras con una oración, plegaria o deseo. Una vez allí, son considerados objetos sagrados y según el reglamento religioso, no pueden ser destruidos. Es por eso que dos veces al año se realiza una limpieza oficial de papeles, que posteriormente se entierran en el monte de los Olivos de Jerusalén. El muro siempre se limpia antes de Rosh Hashaná (Año Nuevo Judío) y Pésaj, día que conmemora la liberación del pueblo hebreo como esclavos de Egipto; dos festividades importantes en el judaísmo.
Llama la atención la gran valla que separa las dos zonas de oración del muro, una dedicada a las mujeres y otras a los hombres. El rezo de los hombres suele ser mucho más llamativo, cantan los salmos en voz alta, hacen corrillos y mueven la cabeza frenéticamente frente al muro. Todos cubiertos con la tradicional Kipá. Desde el año 2013, las mujeres tienen permitido rezar en voz alta y utilizar los mismos símbolos religiosos que los hombres.
En las dos zonas del Muro de las Lamentaciones hay estanterías con ejemplares de la Torá para todos aquellos que quieran rezar y numerosas sillas de plástico para sentarse frente al muro.
Durante tres veces al día, por miles de años, los rezos judíos siempre se hicieron en dirección al Muro de Jerusalén. Como decía el Rabino Yehudá HaLevi:
«Estoy en occidente, pero mi corazón está en Oriente (Jerusalén)».
La tradición mística dice que todos nuestros rezos van para el lugar del Templo, y de allá, ascienden para el cielo. El Talmud dice que, si alguien está rezando fuera de la Tierra de Israel, su corazón debe estar dirigido para Jerusalén. Como dice la Biblia:
«Y ellos rezaran para Ti a través de la tierra que Tu les diste, a través de la tierra que Tu diste a sus antepasados, la ciudad que Tu escogiste, en la casa que construí en Su nombre.» (Reyes I 8:48).
Por último, si tenéis la oportunidad, os recomendamos visitar el Muro de Jerusalem durante el shabat, merece la pena ver de cerca el fervor de los judíos más religiosos, los rituales de los ortodoxos y el ambiente único que se respira ese día.
Muy interesante y bien narrada la historia del muro de los lamentos. verdaderamente conmemorativa. Shalom
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